Cetreros con nombre y apellido

HABLAMOS CON JONATHAN

Lo prometido es deuda y por eso os traemos la entrevista a Jonathan, con 11 años sabia perfectamente que quería ser cetrero y a los 13 ya tuvo su primer pájaro.

¿ Por que empezaste en el mundo de la cetrería ?

No sabría explicarlo con exactitud, pero recuerdo mi infancia curiosa, atraída por algo místico que me iba llevando a ser cetrero aun sin saberlo. No sabría definir un motivo o un momento, pero ser cetrero era la mejor expresión de todas mis curiosidades. Me gustaba todos los animales, y tenía ese instinto cazador que me hacía correr tras mariposas, lagartijas, o pescar cangrejos en las marismas. Pero sobretodo destacaré que tenía la manía de coleccionar cualquier foto de rapaces que encontraba en revista o libro, (pobre del que fuera a buscar algo de rapaces en la biblioteca de mi colegio). Y claro está, un día, en una vieja enciclopedia encontré un halcón en un puño enguantado y al pie de foto la palabra “cetrería”. Recuerdo aquel momento ante aquella foto perfectamente.  

¿ Cuantas aves vuelas en la actualidad?

En la actualidad por mi profesión vuelo muchas. Pero mi equipo personal actualmente lo componen 3 halcones.

Libro de cetrería, artículo video…

Antes de mencionar a nuestra Biblia, recuerdo con especial cariño en mi niñez a la película inglesa Kes. También en mis inicios un libro, uno que aún conservo, “Cetrería moderna” de Jack Sampson, fue mi primer libro. Y claro está, el libro de Félix, aún recuerdo el impacto que me causó todo su contenido, para mí fue la piedra Rosetta que terminó de descifrar lo que iba a ser mi forma de vida

¿Cual ha sido tu referente (Persona, libro, documental…)

Mi maestro en este arte fue y es Paulino Vázquez, quién me enseñó todo, lo que por aquel entonces creía que sabia y lo que no sabía. Me enseño mientras placeábamos pájaros, dando la mano a las liebres o en los carrizos buscando la colocación de nuestro halcón antes de levantar a los patos de la charca. Otra persona importante es Santos, a quien quise acercarme para beber de sus conocimientos. Leerlo en su artículo sobre altanería y escuchar y atender sus consejos marcaron indudablemente mi altanería. Hoy seguimos hablando con Jonathan, os traemos la parte final de su entrevista.

¿Ave que mas te ha marcado?.

No puedo destacar un ave sin agradecer a quien la antecedió. Para un halconero que busca lo mejor con cada pájaro aprende y mejora con cada uno de ellos. Por ello y por debérselos, aun dejándome a algunos, mencionaré a Hidalgo, Doña Bermeja, Laurens, Dancus, Vendetta, Dardanelos, Vervél, etc. Aunque mi hibrido Vendetta, un hibrido de gerifalte x peregrino fue un pájaro con el que conseguí vivir mis mejores sueños.

¿ Por qué debemos fomentar la cetrería y seguir manteniéndola como patrimonio de la humanidad?.

La cetrería debe perdurar por innumerables motivos, desde los más primarios e históricos hasta los que casan con debates de actualidad sobre sostenibilidad, respeto con el medio ambiente, etc. Aunque estemos blindado la cetrería jurídicamente con las proclamaciones BIC, etc. Algo vital, las amenazas van a continuar debido a la deriva ideológica que vivimos en los últimos años. Pienso, queriendo ser optimista, que después de esta oscura etapa la sociedad debe experimentar un renacimiento, y nosotros como gremio haciendo bien los deberes debemos poner la cetrería el lugar que le corresponde. Para resumir, se pueden y deben hacer muchas más cosas.

Cuéntanos alguna anécdota…

Una anécdota que recordamos con risas fue hace un par de años. Estaba con un grupo de buenos amigos; Paco Domínguez, Héctor Manso y un conocido amigo a quien mantendré en el anonimato por lo comprometido de los hechos que paso a relatar. Nos encontrábamos invitados en el maravilloso coto de este nuestro amigo, un sitio idílico en el centro de La Mancha. Nos repartíamos en dos coches buscando las perdices. Se habían volado ya varios pájaros y era el turno del mío. Tardamos un buen rato en dar con la caza y mi halcón que estaba algo bajo empezaba a impacientarse haciendo un sonido característico como quejándose, señal que me indicaba que estaba inquieto y que empezaba a pasarse su hora. Finalmente, los ojos expertos de nuestro amigo y Héctor que iban juntos descubrieron unas perdices en medio de un gran campo limpio. Detuvieron su coche relativamente cerca de ellas, y en una rápida organización acordamos que ellos la controlarían desde allí, dentro del coche, mientras Paco y yo en el otro nos alejaríamos para soltar al halcón y poner distancia prudente con las patirrojas. Tras ubicarnos lejos solté al pájaro que se dispuso a montar rápido y decidido. Paco y yo apoyados en el coche lo seguíamos con la vista, apreciando y comentando lo rápido que montaba. Pero de repente, cuando iba a su media altura, a los dos nos llamó la atención que el pájaro dejó de subir y saliéndose de sus tornos perfectos se dispuso en un vuelo directo pasando sobre nuestras cabezas y se aproximaba hacia donde se encontraba el otro coche. Paco dijo – ¡Ha visto algo! Y al bajar la vista vimos a nuestro amigo en la distancia andando con paso acelerado por medio del llano en dirección opuesta a las perdices. El halcón, colocado en su perfecta vertical sin pensar si quiera en subir más, mostraba actitud predispuesta ante un servicio inminente con tal ritmo de andares. Y así se alejaron, no sin antes el halcón bajar un poco más la altura por una última carrera rápida de nuestro amigo antes de desaparecer en un matorral. Paco y yo nos miramos sin entender bien que pasaba. No veíamos a nuestro amigo, solo el halcón centrado allí, con él, sobre el matorral… – ¿Habrá visto un lance viable y ha querido ejecutarlo él solo? Fue lo primero que pensé. – ¿Se ha escondido para no llamar la atención del halcón? – ¿Pero que habrá visto allí? Nos preguntábamos sin entender nada… Decidimos acercarnos al otro coche donde esperaba Héctor. Justo al llegar, Héctor nos indicó que las perdices marcadas aún estaban en el sitio y antes de poder darnos más explicaciones los tres nos quedamos mirando a nuestro amigo que volvía a paso ligero por el llano con el halcón colocado en su vertical. Una vez llegó a donde nosotros y antes de poder formularle pregunta alguna me cortó repitiendo nervioso mil disculpas, y con sudores visibles el motivo caminata… Básicamente fue que tuvo la llamada de la naturaleza, un apretón traicionero de esos que te hacen más humilde, uno que no podía esperar, uno en medio de un lance… Después de un instante en silencio los cuatro no pudimos aguantar esta vez y rompimos a carcajadas… Mientras nos recomponíamos y volvíamos a la compostura de lo que nos ocupaba le dimos al halcón tiempo para rectificar su altura. Una vez lo vimos bonito los cuatro nos dispusimos a andar hacia las perdices. El halcón bien colocado como venía haciendo se mostraba canino. Nos aproximábamos al punto donde estaban ubicadas las perdices, y cuando quedaban pocos metros cuando comenzamos la última carrera y justo antes de levantarlas, cuando el corazón se acelera como siempre cuando se vive un momento así, nuestro amigo rompió el momento mágico sugiriendo – ¡Por favor Jonathan, que la deje seca de la acuchillada, que la única herida que hay en todo el campo es mi matorral! …